Y no participéis en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, DESENMASCARADLAS

Efesios 5:5-17 Porque con certeza sabéis esto: que ningún inmoral, impuro, o AVARO, que es IDOLATRA, tiene herencia en el reino de MASHIAJ (Yeshua) y de YHWH.

Que nadie os engañe con palabras vanas, pues por causa de estas cosas la IRA DE YHWH viene sobre los hijos de desobediencia.

Por tanto, no seáis partícipes con ellos; porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en YHWH; andad como hijos de la luz (porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad), examinando qué es lo que agrada a YHWH.

Y no participéis en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, DESENMASCARADLAS; porque es vergonzoso aun hablar de las cosas que ellos hacen en secreto.

Pero todas las cosas se hacen VISIBLES cuando son expuestas por LA LUZ, pues todo lo que se hace visible es luz.

Por esta razón dice: Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará MASHIAJ.

Por tanto, tened cuidado cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.

Así pues, no seáis necios, sino entended cuál es la voluntad del ETERNO YHWH, es nuestro Adon.


domingo, 30 de agosto de 2009

El Problema del Rol Pastoral Moderno (Extracto del Libro de Frank Viola) "¿Quien es tu cobertura?"

Aunado con la verificación en la lectura de las escrituras. Este libro te dará una muy buena idea de lo que debería de ser la iglesia de Cristo y que por desgracia no es...en forma general mas no total.
Escudriña la palabra y verás que el modelo adoptado hoy día por la iglesia no encaja en el diseño original de Dios.
El Problema del Rol Pastoral Moderno
El concepto hoy en día mayormente aceptado por los cristianos de todas las denominaciones de “sola pastora” (un sólo pastor) está en pugna con la verdadera noción del Nuevo Testamento (NT). No hay una palabra en la Biblia que describa a una persona que lleve el timón de una iglesia local, dirija sus asuntos, le predique cada domingo, conduzca sus bautismos, y oficie el servicio de la comunión (o cena del Señor) y tenga el control y la última palabra de todo lo que sucede y se mueve dentro de “su” (en verdad es de Cristo) organización.
 El “rol pastoral” profesional altamente especializado del Protestantismo moderno es una novedad pos-bíblica que evoca una tradición sacerdotal inventada por los hombres. En su esencia, es un lastre del Romanismo (el sacerdote o clérigo, separado de los laicos) que refleja los pobres y débiles elementos de la economía Levítica.


El rol pastoral es tan pernicioso que pervierte a los muchos que ocupan esta posición. Los que son seducidos por los símbolos del éxito, dominio y poder que rodean al clericalismo profesional, siempre terminan siendo virtualmente corrompidos por él. Honestamente es muy difícil no caer, cualquiera que es puesto en esa tentación irremediablemente será seducido y caerá por el lado más flaco de su ser; de hecho, Dios nunca ha llamado a nadie para que lleve sobre sí mismo la pesada carga de ministrar a las necesidades de la iglesia de esta manera.

Quizás la característica más desalentadora del moderno rol pastoral es que mantiene en la infancia espiritual a la gente que afirma servir. Ya que el rol pastoral usurpa el derecho del creyente a ministrar de una manera espiritual, termina deformando al pueblo de Dios, haciéndolo débil e inseguro.

Es cierto que muchos que desempeñan este rol lo hacen por razones laudables, y no pocos de ellos desean sinceramente que sus hermanos asuman una responsabilidad espiritual. (Muchos pastores viven con esta frustración, pero pocos han relacionado el problema con su profesión).

Sin embargo, el moderno oficio de “pastor” siempre sofoca y arrebata el poder al sacerdocio de los creyentes, sin tener en cuenta qué tan fuera de control puede llegar a ser la persona que llena esta posición.


Ya que el pastor lleva la carga del trabajo, la mayoría de los hermanos se vuelven pasivos, perezosos, egoístas y dejan de crecer espiritualmente. De esta manera, es inevitable que pastores y congregaciones igualmente terminen convirtiéndose en inválidos espirituales, inutilizados por este oficio anti bíblico.

Mientras que el NT llama “apóstol” a Pablo, “evangelista” a Felipe, “maestro” a Manaén y “profeta” a Agabo, ¡ nunca identifica a alguien como pastor! De hecho, la palabra “pastor” se utiliza solamente una vez en todo el NT (vea Efesios 4:11). “Pastor” se usa como metáfora descriptiva, nunca como título u oficio eclesiástico.

Esto no se toma en cuenta en la práctica común. En nuestros días se tiene al “pastor” como la figura más valiosa de la iglesia, y su nombre se pone entre luminarias en las marquesinas de las iglesias en todas partes de la Unión Americana. (Uno se pregunta por qué los nombres de otros ministerios no aparecen en estas marquesinas cuando el NT les otorga mucha mayor atención).


El rol pastoral moderno socava la Jefatura de Jesucristo y tiene un efecto espiritual paralizante en la iglesia. Despoja de su plena función al sacerdocio (de todos los creyentes) tan amados por Dios. Además, su sola presencia diluye y ahoga a los creyentes “ordinarios” que son igualmente talentosos para pastorear y enseñar al rebaño. (No pone atención al hecho que la Biblia enseña que cada iglesia debe tener múltiples pastores y que todos los miembros tienen una responsabilidad pastoral).


Típicamente, si alguien, aparte del pastor, se atreve a pastorear o enseñar a las ovejas (aun si ese alguien es digno de confianza, maduro y está espiritualmente inteligente), el pastor se sentirá amenazado y terminará con ello con el pretexto de “proteger” al rebaño.

Siendo más específico y directo, la idea que se tiene hoy en día del “pastor” está muy lejos del pensamiento de Dios. Impone a la dinámica de la comunidad del NT la camisa de fuerza del Antiguo Testamento.


No obstante, a pesar de las tragedias espirituales que esto engendra, las masas continúan dependiendo, defendiendo e insistiendo en la existencia de este rol tan anti bíblico. Por esta razón los así llamados “laicos” son tan responsables del problema del clericalismo como lo es el mismo “clero”. Como dice Jer. 5.3, “los sacerdotes bajo su dirección gobiernan; y mi pueblo en ello se complace; pero ¿qué haréis cuando toque a su fin?”

Hablando con toda franqueza, los cristianos prefieren la comodidad de tener a alguien aparte de ellos que cargue con la responsabilidad del ministerio y el pastoreo. Para ellos, es mejor pagar a un especialista religioso que atienda las necesidades de los hermanos, que molestarse con las demandas espirituales del servicio y el cuidado pastoral las cuales nos llevan a sacrificar aun la propia vida.
 Las palabras del antiguo profeta captan el disgusto del Señor con esta manera de pensar: “Establecen reyes que yo no apruebo, y escogen autoridades que no conozco...” (Ose 8:4a).


A la luz de estos hechos graves, uno puede preguntar inteligentemente cómo es que el moderno rol pastoral continúa siendo la forma generalmente aceptada de liderazgo en la iglesia de hoy. La respuesta está profundamente arraigada en la historia de la Reforma, y continúa siendo reforzada por los imperativos culturales actuales.


Nuestra obsesión Occidental en el siglo XX por los oficios y títulos nos ha llevado a anteponer nuestras propias ideas del orden eclesiástico por encima del NT. No obstante, el espíritu y los valores de las epístolas del NT militan contra la idea del sistema de un solo pastor, así como el del anciano, entendido éste como oficio (puesto) y no como una función.


La Escritura está en pugna igualmente contra el concepto del “pastor principal”, que consiste en la práctica común de elevar a uno de los pastores (ancianos) a una posición prominente de autoridad. Pero el NT en ninguna parte aprueba la noción de primos inter pares – “primero entre iguales”. Al menos, no de una manera oficial o formal.


Esta ruptura entre “el pastor” y los demás ancianos es un accidente de la historia. Sin embargo, ya que ésta encaja perfectamente bien con nuestra manera de pensar aculturada a la Americana, los creyentes modernos no tienen problema en creer que la Escritura enseña esta falsa dicotomía.

En resumen, el moderno rol pastoral es poco más que una mezcla de liderazgo, administración, sicología y oratoria del tipo “una talla para todos”; todo en un solo paquete para el consumo religioso. Como tal, el rol sociológico del pastor, como se practica en el Occidente, tiene pocos puntos de contacto con algo o alguien del NT.
Los Ancianos (Pastores) VS. La Hermandad


Haríamos bien en preguntar por qué el NT concede tan poco espacio a los ancianos de las iglesias. La razón, a menudo ignorada, sonará sorprendente a los oídos institucionales es simplemente ésta: ¡la mayor parte de la responsabilidad del cuidado pastoral, la enseñanza y el ministerio en la ekklesía (iglesia) descansa directamente sobre los hombros de todos los hermanos y hermanas!
Las riquezas de la visión del Cuerpo de Cristo que emanan de la visión de Pablo se derivan de su énfasis constante en que cada miembro posee un don del Espíritu (1 Cor. 12:7,11), tiene un ministerio y es un “creyente responsable” en el Cuerpo (Rom. 12:6; 1 Cor. 12:1ss.; Efe. 4:7; 1 Ped. 4:10). Como consecuencia, la responsabilidad ministerial nunca debe estar restringida a unos cuantos.

Esto explica por qué la palabra adelfoí traducida “hermanos” aparece 346 veces en el NT y 134 veces en las epístolas de Pablo solamente. La mayoría de las veces, esta palabra es la forma abreviada que Pablo usa para referirse a todos los creyentes de la iglesia, hombres y mujeres. En contraste, la palabra “ancianos” aparece solamente cinco veces en las epístolas de Pablo. El vocablo “sobreveedores” (supervisores) nada más cuatro veces y “pastores” ¡sólo aparece una vez!


El NT hace hincapié en la responsabilidad corporativa (de todo el cuerpo). Es la comunidad creyente la que está llamada a llevar a cabo las funciones pastorales. Los hermanos y las hermanas (= toda la iglesia) son llamados a:




• organizar sus propios asuntos (1 Cor. 11:33-34; 14: 39-40; 16:2-3)
• disciplinar a los miembros caídos (1 Cor. 5:3-5; 6:1-6)
• amonestar a los desordenados (1 Tes. 5:14)
• animar a los desanimados (1 Tes. 5:14)
• apoyar a los débiles (1 Tes. 5:14)
• abundar en la obra del Señor (1 Cor. 15:58)
• amonestarse unos a otros (Rom. 15:14)
• enseñar los unos a los otros (Col. 3:16)
• profetizar todos (1 Cor. 14:31)
• servirse los unos a los otros (Gál. 5:13)
• sobrellevar los unos las cargas de los otros (Gál. 6:2)
• preocuparse los unos por los otros (1 Cor. 12:25)


• amarse unos a otros (Rom. 13:8; 1 Tes. 4:9)
• honrarse y preferirse los unos a los otros (Rom. 12:10)
• mostrarse bondadosos y compasivos los unos a los otros (Efe. 4:32)
• edificar los unos a los otros (Rom. 14:19; 1 Tes. 5:11b)
• ser tolerantes y pacientes unos con otros (Efe. 4:2; Col. 3:13)
• exhortarse unos a otros (Heb. 3:13; 10:25)
• estimularse unos a otros al amor y a las buenas obras (Heb. 10:24)
• animarse los unos a los otros (1 Tes. 5:11a)
• orar unos por otros (Stg. 5:16)
• practicar la hospitalidad entre unos y otros (1 Ped. 4:9)
• tener comunión unos con otros (1 Jn 1:7)
• confesar los pecados unos a otros (Stg. 5:16)


Con dramática claridad, todas estas exhortaciones “uno a otro” encarnan la indiscutible realidad de que cada miembro de la comunidad creyente debe llevar la responsabilidad del cuidado pastoral. El liderazgo es un asunto corporativo y no algo que realiza uno solo. Todo el Cuerpo debe llevar a cuestas esta responsabilidad.

Por consiguiente, la idea de que los ancianos dirigen los asuntos de la iglesia, toman decisiones por la asamblea (congregación), tratan con todos sus problemas, y proveen toda su enseñanza es ajena al pensamiento de Pablo. Semejante idea es una fantasía y carece de respaldo Bíblico. No es de extrañar que en las iglesias guiadas por ancianos se atrofie la madurez espiritual y la mayoría de los miembros se conviertan en espectadores pasivos e indolentes.

En pocas palabras, ¡el NT no contiene una sola palabra acerca de una iglesia gobernada o dirigida por ancianos. ¡Y menos aún de una iglesia conducida por un solo pastor! La iglesia modelo del primer siglo estaba en las manos de una hermandad compuesta de hermanos y hermanas. Simple y sencillamente.


El ejemplo de la iglesia primitiva nos muestra cómo el ministerio de Todo el Cuerpo debe sobrepujar el rol de supervisión de los ancianos. Debido a su madurez espiritual, los ancianos presentan a los demás un modelo de cuidado pastoral (Hech. 20:28-29; Gál 6:1; Heb. 13:17b). Su meta, junto con los obreros extra locales, es la de habilitar a los santos para que asuman su responsabilidad a favor del rebaño (Efe. 4:11-12; 1 Tes. 5:12-13). Los ancianos pueden ser simultáneamente profetas, maestros y evangelistas; pero no todos los profetas, evangelistas y maestros son ancianos. (Una vez más, los ancianos son los hombres más confiables y maduros de la iglesia, no jerarcas ocupando puestos de eminencia y poder).


El NT enfatiza la responsabilidad de toda la iglesia. El liderazgo y la responsabilidad pastoral reposan sobre los hombros de cada miembro de la iglesia, y no sobre la espalda de una persona o un grupo selecto y exclusivo.


En la eclesiología de Dios, la hermandad aventaja y suplanta al grupo de ancianos. Esto explica por qué las cartas de Pablo se leen pesadamente cuando tratamos de forzar en ellas la idea de títulos y oficios. Pablo enseña un liderazgo corporativo, y condena el caciquismo espiritual de una jefatura suprema. Por esta razón, habla mucho más acerca de la hermandad que de los ancianos.


El testimonio del NT denunciando la invalidez de la autoridad posicional/jerárquica es evidentemente claro, y está en perfecta armonía con la enseñanza de nuestro Señor Jesús. Como tal, la palabra final al Cristiano con respecto a las estructuras de liderazgo Gentiles y Judías está encarnada en la penetrante frase de nuestro Señor: “No será así entre vosotros” (Mat. 20:26). Éste es el eje de todo el asunto.
Por consiguiente, confundir a los vigilantes o supervisores de estos textos con los modernos “funcionarios” eclesiásticos –como el pastor actual- es pura fantasía. Esto se debe a nuestra tendencia a imponer sobre el NT nuestros convencionalismos organizativos. Es el resultado de una estructura cultural aprendida que introducimos en el texto y nada más. En resumen, el lenguaje de función en vez del de oficio domina a las “Epístolas Pastorales” así como ocurre con las demás epístolas de Pablo.
La idea básica es la de vigilar en vez de mandar. Supervisar en vez de dominar. Facilitar en vez de dictar órdenes. Ofrecer dirección en vez de gobernar.


El texto Griego presenta la imagen de uno que está en medio del rebaño, guardándolo y cuidando de él (como lo haría un siervo eminente). Evoca al pastor que está atento a las ovejas. ¡No uno que las conduce desde atrás o las gobierna desde arriba!


Una vez más, el propósito de la enseñanza apostólica demuestra sistemáticamente que la idea de Dios acerca del liderazgo en la iglesia está en pugna con aquellos roles convencionales del liderazgo empresarial compuesto de altos ejecutivos.
El ministerio de Jesús con respecto a la cuestión de la autoridad clarifica los temas fundamentales que están detrás de la moderna doctrina de la “cobertura”. Consideremos cómo el Señor contrastaba el modelo jerárquico de liderazgo del mundo Gentil con el liderazgo en el reino de Dios. Después de que Jacobo y Juan le pidieron que les concediera los sitiales (puestos o jerarquías) de poder y gloria más altos al lado de Su trono, Jesús contestó diciendo,
Sabéis que los gobernantes de las naciones SE ENSEÑOREAN de ellas, y los grandes EJERCEN su AUTORIDAD sobre ellas. NO SERÁ ASÍ ENTRE VOSOTROS; sino el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor. Y el que quiera ser primero entre vosotros, será vuestro esclavo, así como el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir, y dar su vida en rescate por muchos. (Mat. 20:25-28)Y una vez más,...Los reyes de las naciones SE ENSEÑOREAN de ellas, y los que TIENEN AUTORIDAD sobre ellas son llamados bienhechores; MAS NO ASÍ VOSOTROS; sino que el mayor entre vosotros hágase como el menor; y el que dirige, como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor, el que se reclina a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se reclina a la mesa? Y yo estoy entre vosotros como el que sirve. (Luc. 22:25-27)
La palabra Griega traducida “ejercen autoridad” en Mateo es katexousiazo que es una combinación de dos palabras griegas: katá, que significa sobre, y exousiazo, que significa ejercer autoridad. El Señor también utiliza en este pasaje la palabra Griega katakurieuo que significa “enseñorearse” o “dominar” a los demás. Lo que Jesús condena en estos pasajes no es a los líderes opresores como tales, sino la forma jerárquica de liderazgo que dominaba al mundo Gentil.


Esto merece repetirse: ¡Jesús no sólo condenó a los líderes tiranos, sino la forma jerárquica misma de liderazgo!


¿Cuál es la forma jerárquica de liderazgo? Es el estilo de liderazgo fundado en la pobre idea de que el poder y la autoridad fluyen de arriba hacia abajo. Esencialmente, está construida en una estructura social de cadena de mando.

El liderazgo jerárquico está basado en un concepto mundano del poder. Esto explica por qué es común a todas las burocracias tradicionales. Está presente en las formas corruptas del feudalismo señor/vasallo y amo/esclavo. También se ve en las esferas altamente estilizadas y reguladas de las sociedades militares y empresariales del primer mundo.

El estilo de liderazgo jerárquico, si bien a menudo no es cruel, es perjudicial para el pueblo de Dios, porque reduce las relaciones humanas a asociaciones estilo comando. Con esto quiero decir que las relaciones se ordenan de acuerdo con una estructura militar del tipo cadena de mando. Estas relaciones son ajenas a la práctica y el pensamiento del NT.

El liderazgo jerárquico está establecido en todas las esferas de la cultura pagana. Lamentablemente ha sido adoptado por la mayoría de las iglesias cristianas hoy en día.

Al resumir la enseñanza de nuestro Señor acerca de este estilo de liderazgo, se hacen evidentes estos marcados contrastes.
• En el mundo Gentil, los líderes operan sobre la base de una estructura social política, al estilo cadena de mando –una jerarquía. En el reino de Dios, el liderazgo fluye orgánica y naturalmente de la mansedumbre y el servicio sacrificado de los hermanos.
• En el mundo Gentil, la autoridad está basada en la posición y el rango. En el reino de Dios, la autoridad está cimentada en un carácter piadoso y de servicio. Note la descripción que Cristo hace de los líderes: “será vuestro esclavo” y “sea... como el menor”. A los ojos del Señor, ser precede al hacer, y el hacer surge de ser. En otras palabras, la función sigue al carácter. Los que sirven, hacen así porque son siervos.

• En el mundo Gentil, la grandeza se mide por la riqueza, prominencia, el poder externo y la influencia política. En el reino de Dios, la grandeza se mide por la humildad interna y el servicio externo en obras hacia los demás.
• En el mundo Gentil, los líderes se aprovechan de sus posiciones cuando gobiernan a los demás, sirviendo a sus egoístas intereses. En el reino de Dios, los líderes rechazan toda clase de reverencia especial o titulo prominente y se ven a sí mismos como “el menor”.
En suma, las estructuras jerárquicas de liderazgo caracterizan el espíritu de los Gentiles. Por lo tanto, la implantación de estas estructuras está en pugna con el Cristianismo del NT. Nuestro Señor no se anda con rodeos cuando declara Su implícito desprecio hacia la noción Gentil de liderazgo, porque claramente dice: “no será así entre vosotros”.

Considerándolo todo, no hay lugar en la enseñanza de Cristo para el modelo de liderazgo jerárquico que caracteriza a la iglesia moderna de hoy.
Jesús y el Modelo de Liderazgo Judío/Religioso


Jesús también contrastó el liderazgo en el reino con el modelo de liderazgo que caracteriza al mundo religioso. En el texto que sigue, el Señor expresa vívidamente la perspectiva de Dios con respecto a la autoridad, en contraste con el concepto Judío:
Mas vosotros no seáis llamados Rabbí, porque uno solo es vuestro Maestro, Y TODOS VOSOTROS SOIS HERMANOS. Y NO LLAMÉIS PADRE VUESTRO A NADIE EN LA TIERRA, porque uno solo es vuestro Padre: el celestial; NI SEÁIS LLAMADOS CAUDILLOS, porque uno es vuestro Caudillo: el Mesías. Y el mayor de vosotros será vuestro servidor, porque el que se enaltezca será humillado, y el que se humille, será enaltecido. (Mat. 23:8-12)
La enseñanza de Cristo en este pasaje, es la siguiente:


• En el clima religioso de los judíos existía un sistema de clases formado por los religiosos, especialistas del tipo gurú, y los no especialistas. En el reino, todos son hermanos de la misma familia.
• En el mundo Judío, a los líderes religiosos se les otorgan títulos honoríficos (p. ej. Maestro, Padre, Reverendo, Pastor, Sacerdote, Ministro, etcétera). En el reino no hay distinciones de protocolo. Estos títulos oscurecen el incomparable sitio de honor que corresponde a Jesús y empañan la revelación del NT la cual contempla a todos los cristianos como ministros y sacerdotes.

• En el mundo Judío, se exalta a los líderes a posiciones de prominencia en un despliegue de poder. En el reino, los líderes encuentran su trabajo en la toalla sencilla del servicio y el modesto lebrillo de la humildad.
• En el mundo Judío, el liderazgo se fundamenta en el status, los títulos y la posición. En el reino, el liderazgo se arraiga en la vida interior y el carácter. (En el mismo tono, la manía tan común de otorgar “doctorados” honoris causa a un incontable número de clérigos es sólo un ejemplo de cómo la iglesia moderna refleja aquellos valores de liderazgo que van en contra del reino de Dios).
En resumen, hay un gran abismo entre el liderazgo según Jesús y lo que vemos en la mayoría de las iglesias modernas. El Señor asestó un golpe de muerte a los modelos de liderazgo Gentil/jerárquico y Judío/posicional.
Estos modelos que hinchan el ego de los que están dentro de ellos, son incompatibles con la sencillez de la iglesia primitiva y el reino de Jesucristo. Ambos sistemas (de origen humano y no divino, carnal y no espiritual), impiden el progreso del pueblo de Dios, eliminan la funcionalidad del sacerdocio de los creyentes haciéndolos sistemáticamente inválidos espirituales o eternos bebes, inmovilizados e inútiles en el reino, sin poder ni autoridad debido a que han creído la gran mentira de que solo los lideres son los responsables y los únicos con el derecho legal por haber sido “nombrados u ordenados” a ministrar, predicar, enseñar y practicar y usar todos los dones que El Señor repartió a todos; estos rompen la imagen de la iglesia como una familia, y ponen severas limitaciones al Gobierno de Cristo. Por estas razones “no será así” entre los que llevan el nombre del Salvador Jesucristo nuestro Señor.
LA FAMOSA COBERTURA DENOMINACIONAL
El moderno sistema denominacional ha hecho que la división en el Cuerpo de Cristo sea algo aceptable entre los que nos llamamos cristianos. Muchos cristianos creen que las denominaciones nos protegen del error. Pero esto es una ilusión.
“La “cobertura denominacional” está edificada sobre la idea supersticiosa de que si yo pertenezco a una denominación cristiana, estoy de alguna manera “cubierto” o “protegido” mágicamente del error. Sin embargo, el hecho de que la gente en el sistema denominacional rutinariamente se extravía, es prueba de que esta idea es una farsa. La noción de que “estoy cubierto” porque rindo cuentas a un individuo o a alguna remota organización (como la iglesia Católica Romana rinde cuentas al Papa) es pura ficción.


La única protección del error está en someternos al Espíritu de la Verdad en el Cuerpo de Cristo (1 Jn. 2:20,27). La idea de Dios con respecto a la responsabilidad de rendir cuentas funciona de la persona al grupo de creyentes, ¡no de persona a persona! La protección espiritual viene de nuestra relación con el Espíritu y la conexión con otros cristianos. Aquí radica el genio de la comunidad cristiana.

Por contraste, el complicado y reglamentado sistema denominacional de rendir cuentas al estilo arriba/abajo es un sustituto de la sujeción mutua. Para decirlo sin rodeos, el denominacionalismo oscurece la sujeción mutua en la neblina del clericalismo moderno y al calor de los debates entre facciones.
La Sujeción Mutua es Natural a la Vida Cristiana

No nos equivoquemos. Si estás funcionando de acuerdo con La Voluntad de Dios, estarás mutuamente sujeto a los hermanos con quienes te reúnes. Y con mucho gusto recibirás ayuda y consejo de los hermanos que te llevan la delantera en el Señor.
Bien entendida, la sujeción mutua no es idealista. Es práctica y vital. Existe cuando una piedra viviente de la casa del Señor recibe humildemente, de una manera viva, ayuda y consejo de otras piedras vivientes. Se deriva de la conciencia sobria de que debido a que estás conectado con tus hermanos y hermanas en Cristo, tus acciones y actitudes afectan profundamente a las suyas.
De este modo, la sujeción mutua crea una cultura que tiene en estima el liderazgo espiritual sin hacer de él algo de carácter absolutista. Reacciona a la autoridad espiritual sin convertirla en un instrumento de control.


Cuando las “relaciones de consejo” y las “sociedades donde hay que rendir cuentas” son gobernadas por la sujeción mutua, se vuelven espiritualmente sanas y mutuamente enriquecedoras. No tienen parecido alguno con la práctica moderna de la “cobertura” jerárquica.

La Tiranía del Status Quo
Si usted no se quiere “conformar a este siglo” (el status quo), y duda de si el sistema denominacional esté construido sobre la base de un control de dirección jerárquico (cadena de mando mundana), trate de cuestionarlo. Si lo hace, prepárese, porque pondrá en marcha los motores de la retórica clerical oficial. Verá volar chispas y activará un aparato de represión a veces violento, a veces muy sutil que le condenara y le hará sentir inútil y menospreciado, rebelde y hasta hereje. (Viene esto de Dios?)


La espantosa verdad es que los que cuestionan la autoridad eclesiástica hacen estremecer el sistema religioso. El resultado es que a menudo se les denigra y difama.

Si usted es uno de ellos, prepárese para que se le tilde de “hereje”, “agitador”, “perturbador”, “entremetido no autorizado” y “rebelde insumiso”. Semejante invocación de la retórica religiosa está planeada para sofocar la reflexión. Su propósito es quitar del camino a los que discrepan honestamente con el status quo.


Por consiguiente, la casa de Dios todavía sufre a causa de los que alimentan un espíritu de censura. (Isa 30: 8-11) Padece a manos de los que expulsan de la sinagoga del Señor a los que son preciosos a Sus ojos. Es atribulada por los que cierran la puerta de la casa a los miembros de la familia (3 Jn. 9-10).


Los que usurpan la autoridad se deshacen en elogios elocuentes ponderando cómo ellos salvaguardan a las ovejas de Dios de los peligros del aislamiento. Es cierto que las sectas se multiplican interminablemente porque algunos se aíslan del Cuerpo de Cristo. Pero aquí está la ironía: ¡Las denominaciones hacen exactamente lo mismo!


La “cobertura denominacional” se parece muchísimo a la noción torcida de liderazgo amo/esclavo que distingue a las sectas modernas. En las denominaciones, los miembros siguen sin reservas a un solo líder u organización. Por el contrario, el principio Bíblico de la sujeción mutua enfatiza la sumisión de los unos a los otros de manera opuesta a la obediencia indisputable a un líder humano u organización jerárquica.


Para poner de relieve un punto aún más fino de este tema, la enseñanza de la “cobertura” se usa a menudo como un garrote para desechar a aquellos cristianos que no se reúnen bajo una bandera denominacional. La “cobertura” constituye un arma en manos de grupos religiosos partidistas para afianzar el terreno teológico. Esta arma ha sido utilizada por la intolerancia y el fanatismo sectarios y ha provocado la fractura de la comunión del pueblo de Dios -cortando en pedazos al Cuerpo de Cristo- y reduciendo a astillas a la iglesia.


En una palabra, el moderno pantano denominacional ha contaminado el paisaje Cristiano, convirtiendo al “Un Solo Cuerpo” en una entidad trágicamente dividida con una tradición que lo estrangula. Los defensores del denominacionalismo creen que este sistema es útil (sabiduría humana, animal carnal y diabólica según Santiago 3: 13-16). En su opinión, las diferentes denominaciones representan las distintas partes del Cuerpo de Cristo.


Pero el sistema denominacional es ajeno al NT e incompatible con la unidad Cristiana. Está basado en divisiones que son Bíblicamente injustificables (1 Cor. 1-3). En efecto, el denominacionalismo se deriva de una visión fracturada del Cuerpo de Cristo.


Aun en medio de las reuniones caóticas en Corinto, Pablo ni una sola vez trató de estrangular las reuniones abiertas y participativas de la iglesia, ni prohibió a los hermanos que ejercitaran sus dones. Por el contrario, les dio amplias directrices para facilitar el orden en sus reuniones, y confiaba en que ellos se adherirían a ellas (1 Cor. 14:todo.).


A diferencia de los modernos líderes clericales que creen que no pueden “permitir” que los hermanos (en sus congregaciones) funcionen libremente en la medida de sus dones para que no “se salgan de control”, el pensamiento de Pablo discurre en una dirección radicalmente opuesta.


Primero, Pablo no se ve a sí mismo con el derecho de “prohibir” o “permitir” que el pueblo de Dios funcione en la iglesia. ¡Ningún hombre tiene este derecho!


Segundo, Pablo tenía una confianza total en su ministerio. Tan grande era que confiaba en que las iglesias podían tener reuniones participativas abiertas sin ninguna actividad humana de carácter oficial, ¡incluyendo la suya! Pablo edificó bien. Trabajó equipando a los santos para que funcionaran en su ausencia.


En marcado contraste, cuando los modernos líderes clericales expresan su falta de confianza en el pueblo de Dios para ministrar eficazmente en una reunión abierta de la iglesia, ¡están reprobando sus propios ministerios! y ¡están demostrando una gran ignorancia de las escrituras! (quizás no las ignoran, solo las omiten y retuercen para su ganancia, avaricia y sed de poder, podríamos preguntarnos, Santiago 4: todo).


Porque nada puede probar mejor la calidad del equipamiento de los santos, que cuando tienen que ministrarse unos a otros en una reunión libre y participativamente abierta.


Cuando vemos el panorama Cristiano desde esta perspectiva, está por demás decir que los creyentes jamás podrán estar verdaderamente equipados ¡predicándoles sermones de 45 minutos cada Domingo! Escuchar sermones mientras se está congelado en las bancas, lejos de generar desarrollo espiritual, da lugar a un sacerdocio apagado y silente y una iglesia maniatada sin poder ni impacto dentro de la Gran Comisión.


Esta doctrina de demonios es perpetrada y ha sido infiltrada por el padre de mentira o satanas, es creída como verdad aún por cristianos honestos conformados a este siglo y al status quo, sin siquiera pensar en cuestionarla por las consecuencias que esto implicaría, son víctimas de esta falsa doctrina que ahoga la eficacia de la Verdadera Religión reduciendo a la iglesia a una mera maquina de riqueza material y el poder y control que conlleva el poseer riquezas. (2 de Pedro: todo)
RESUMEN Y CONCLUSIÓN
Cuando nuestro Señor estaba en la tierra, los líderes religiosos de Su día lo acosaron con la polémica pregunta: “¿Con qué clase de autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?” (Mat. 21:23).


Irónicamente, no pocos de la clase dirigente religiosa de nuestros días están haciendo la misma pregunta a los sencillos grupos que se reúnen en torno a Cristo nada más -sin control clerical o partidismo denominacional.

¿”Quién es tu cobertura?” equivale esencialmente a la pregunta que “¿Con qué autoridad haces esto?”. ¿”Quien te controla”?.

¡La Biblia nunca nos remite a los seres humanos para rendirles cuentas, sino exclusivamente a Dios! (Mat. 12:36; 18:23; Luc. 16:2; Rom. 3:19; 14:12; 1 Cor. 4:5; Heb. 4:13; 13:17; 1 Ped. 4:5).


Como he mostrado, esta pregunta tiene su origen en una falsa interpretación de la Escritura. En el fondo, la noción moderna de “cobertura” eclesiástica es una alusión a “control” apenas disimulada. Por esta razón, es una pobre representación de la idea de Dios de la sujeción mutua. Representa, además, una enorme desviación del principio del NT.

Mientras que los que siguen el ejemplo de la iglesia institucional insisten en ella a voz en grito, todos los cristianos del primer siglo, sin duda, repudiarían la “cobertura”.

Las divisiones ideológicas, herejías doctrinales, independencia anárquica y el subjetivismo individualista son problemas severos que atormentan al Cuerpo de Cristo en nuestros días. Pero la “cobertura” denominacional/clerical es una mala medicina para purgar la patología de estos males.

La enseñanza de la “cobertura” es en realidad un síntoma del mismo problema, disfrazado de solución. Como tal, agrava los problemas del individualismo y la independencia tenaces, desdibujando la distinción entre autoridad oficial y orgánica. Crea una falsa sensación de seguridad entre los creyentes e introduce más divisiones en el Cuerpo de Cristo.

Esto es tan grave que la enseñanza de la “cobertura” corrompe al sacerdocio de los creyentes, impidiéndole que asuma la responsabilidad ordenada por Dios para funcionar en asuntos espirituales. Deliberadamente o no, la “cobertura” llena de temor los corazones de multitudes de cristianos. Ésta afirma que si tú asumes tu responsabilidad en las cosas espirituales sin la aprobación de un clérigo “ordenado”, ¡serás presa fácil del enemigo y estarás en desobediencia o rebeldía!

Los clérigos de hoy día consumen el tiempo de los Cristianos tratando de venderles la idea de que son necesarios para su bienestar espiritual. Aseguran que son esenciales para proveer dirección y estabilidad en la iglesia. Se trata del viejo sermón de “sin visión el pueblo perece”. ¡Que no es otra cosa que la misma y rutinaria historia de la visión aislada del clérigo, sin el cual pereces irremisiblemente!

De este modo, la enseñanza de la cobertura contiene una amenaza implícita de que los “descobijados” serán culpados de todas las cosas horribles que les ocurrirán. Pocas cosas paralizan tanto al ministerio del Cuerpo de Cristo más que la doctrina de la “cobertura”.

Consecuentemente, si tratamos de sortear los males de la iglesia empleando una técnica de “cobertura”, terminaremos con un padecimiento peor que las enfermedades que se pretendía curar.

Para decirlo escuetamente, la enseñanza de la cobertura trae consigo tonos, texturas y resonancias muy específicas que poco tienen que ver con Jesús, Pablo o cualquier otro apóstol. Aunque permite rascar una comezón peculiarmente moderna, es ajena al método elegido por el que Dios nos muestra Su autoridad.


El antídoto espiritual para los males de la herejía, independencia e individualismo no es la “cobertura”, sino la:

Sujeción Mutua al Espíritu de Dios y de los unos a los otros por reverencia a Cristo.

Nada menos que esto puede proteger al Cuerpo de Cristo. Ninguna otra cosa podrá sanar sus llagas abiertas.


Extraído del Libro ¿Quién es tu cobertura? De Frank A. Viola (III Edición)

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